FESTIVAL DEL CINE EUROPEO
Junio es el mes del cine italiano en Chile, con estrenos y reseñas del séptimo arte que podrán apreciar en presencia y online.
El 9 de junio y hasta el 26, Italia participa en la edición 24 del Festival del Cine Europeo con dos películas imperdibles.
La primera es “Welcome Venice” del director Andrea Segre, programada en presencia:
SANTIAGO Centro Arte Alameda/ Sala CEINA – Sábado 25/06 – 19:00 hrs
VALDIVIA Cine Club UACH (Campus Isla Teja s/n) – Miércoles 22/06 – 19:00 hrs.
La otra película italiana en cartelera es “Easy Living” de los hermanos Miyakawa, disponible online en la plataforma Festival Scope.
El Festival de Cine Europeo en Chile se inició en 1998 con el objetivo de difundir su cine y ha sido a lo largo de los años una plataforma para poder conocer la Europa multicultural y sus diferentes miradas. Este año el Festival se realiza de forma híbrida, presencial y online. En cada formato se presentarán distintas películas, todas de forma gratuita y que estarán disponibles entre el 9 y 26 de junio del 2022. Toda la programación está disponible en https://festivalcineeuropeo.cl/
Este Festival está producido por Songbird Producciones para la Delegación de la Unión Europea en Chile y cuenta con el apoyo del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio y Cineuropa.
WELCOME VENICE – de Andrea Segre
Venecia, isla de la Giudecca. Las familias de tres hermanos -Alvise (Andrea Pennacchi), Piero (Paolo Pierobon) y Toni (Roberto Citran)- se reúnen en la mesa de la casa donde nacieron. Donde ahora sólo vive Piero, pero al que Toni está muy unido porque desde allí van con un par de amigos a practicar la pesca de moeche, o cangrejos de laguna. A raíz de un repentino accidente, la casa familiar adquiere un valor aún más crucial y enfrenta a Alvise -que querría reformarla y convertirla en una «residencia con encanto» para turistas extranjeros- con Piero, que se opone obstinadamente a trasladarse a tierra firme.
Después de Molecole, rodada en una silenciosa Venecia vaciada por la pandemia, Andrea Segre vuelve a razonar, en clave de conflicto fraternal, sobre la transformación de la ciudad vaciada y el desconcierto de los pocos habitantes que quedan. Una pelícola para captar de La Serenissima huellas e hilos de su cultura más auténtica, de defender su frágil belleza, oculta para la mayoría, y de registrar el auge de una mentalidad cada vez más depredadora y de un turismo invasivo, desinteresado y epidérmico.
No se trata de una idealización nostálgica, sino de la recuperación de los principios elementales de una socialidad original, sobria, lenta y universal. Los humanos pueden desprenderse de su historia, cambiar de identidad como los cangrejos pierden su caparazón, pero la Naturaleza siempre prevalecerá sobre los que tienen prisa, sugiere Segre en un final crepitante que suena como una llamada de atención, una última llamada a la humanidad.
Antes de que estalle el conflicto entre tensiones opuestas, la película se abre a sorprendentes momentos de gracia contemplativa y humor lagunero: modulaciones de la luz sobre el agua, soledades nocturnas poco contenidas, charlas tabernarias cruciales: quizás una invitación a detenerse, a descubrir la belleza secreta, lejos de las luces más brillantes.
Diez años después de La pequeña Venecia, el director vuelve a rendir homenaje a su ciudad y a analizar su radical transformación durante los años.
EASY LIVING – de los hermanos Miyakawa
Ventimiglia, Liguria. Aquí conocemos a Don, un profesor de tenis americano que seduce a señoras “bien” y es apasionado de pintura; a Camilla, una contrabandista de medicamentos y alcohol; y a Brando, su hermano de 14 años. Los tres acabarán entrando en acción juntos para ayudar a Elvis, un inmigrante ilegal, a cruzar a Francia para reunirse con su mujer embarazada.
La ópera prima de los hermanos Miyakawa tiene una ingenuidad y una frescura que son las virtudes de esta pequeña historia que consigue su objetivo: hablar de los inmigrantes sin retórica y sin desviarse forzosamente hacia el drama.
«Creamos el personaje de un emigrante, pero con la intención de que no se limitara a chupar. Le pusimos de moda, le llamamos Elvis Presley y le hicimos pasear con gafas de sol y camisa hawaiana. Para que a los ojos de un niño no sólo despierte lástima, sino también admiración». Esto es lo que le ocurre a Brando, que acaba representando un futuro posible y deseable en el que es el «conocimiento» de alguien con dificultades el motor de la ayuda desinteresada que, en esta ocasión, obliga a ejercer la creatividad.